Mis libros >> Aproximación al Recuerdo >> 13

Anterior  ||  Siguiente

13. SABADOS DE CINE


Toda mi estancia en mi querida Universidad está plagada de recuerdos, de agradables instantes, de ratos maravillosos y que por aquel entonces inmersos en la rutina diaria, constituían un oasis dentro de aquel desierto de clases, exámenes, disciplina y otras cosas mas, cuando llegaba un acontecimiento que rompía la cadena entonces era un día especial, por ejemplo los sábados por la noche cuando llegaba la hora de la proyección de la película que veíamos semanalmente en aquel gimnasio acomodado para sala de proyecciones y del que tantos buenos recuerdos atesoro, entonces legiones de jóvenes nos dirigíamos hacia aquel lugar al objeto de pasar un rato divertido, a disfrutar de la magia del cine, a tragarnos la película que fuera, daba lo mismo, para nosotros era un auténtico regalo.

Recuerdo que ya el viernes y en el cartel de anuncios que se encontraba a la entrada de las aulas, en un folio de color rosa, que aun me acuerdo, nos ponían el título de la misma y sus características, cuando detectábamos ese papel nos agolpábamos contra el cristal de la vitrina para devorar su lectura y entonces dejar libre nuestra imaginación por unos instantes y volar hacia lo que sería a otro día dos horas llenas de tiros, misterio, terror u otra historia.

También recuerdo, aunque no su nombre mecachis en diez, que un cura, especialista en temas del séptimo arte, antes de iniciarse la proyección y en un silencio total, nos soltaba un rollo mas o menos ameno, que si el director tenía tal estilo, que si la fotografía era muy buena que si tal actor era así o asá y nosotros aguantando hasta que por fin apagaban las luces y nos sumergíamos en el mundo del cine y una vez terminada la película y de vueltas cada uno a su Colegio el tema de la conversación era sin duda el hablar de la "peli" que habíamos presenciado, casi siempre comentar el beso de los protagonistas, todo ello siendo testigo la noche de Sevilla, la luna clara mirándonos arriba y la torre que seguía vigilando siempre nuestros pasos desde su alta azotea, preciosa la torre por la noche con el reflejo de la luna.

Con que poco nos conformábamos entonces, viendo una películas los sábados por la noche y seguidamente otra vez a tu recinto a dormir, quien se imagina a la juventud ahora teniendo que hacer lo mismo, ¡que tiempos aquellos", pero me gusta recordarlos y nadie me va a quitar el placer que supone para mí, gracias a Dios me dio esa oportunidad de poder realizar esas vivencias, no me imagino mi vida sin haber pasado por una Universidad Laboral, la quiero.

Anterior  ||  Siguiente