Mis libros >> Aproximación al Recuerdo >> 36

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36. LAS MARMOTAS


Eran las chicas de servicio en el Centro, aun las creo ver con su uniforme azul trajinar por todas las dependencias de la Universidad, en las residencias en las aulas, pero sobre todo donde mas cerca estaban de todos nosotros en los comedores, allí se convertían en la pantalla donde todos absolutamente todos clavábamos nuestros jóvenes ojos.

Era lo lógico y lo natural, con toda la flor abriéndose de nuestra juventud, con todos sus pétalos y algo mas que los pétalos, sin ver en toda la semana una chica que alegrar nuestra pobre y necesitada vista y solo viendo curas y mas curas, con esa vestimenta negra tan horrorosa y esos profesores con esa cara tan seria que se me gastaban,, pues claro joer, cuando teníamos oportunidad de ver un atisbo de piernas o un pecho femenino (bien tapado eso es verdad), pues ya me dirá usted, lo peor del tema es que las altas autoridades colegiales como no eran tontos ni mucho menos, sabedores del tema, en los comedores las colocaban las mas mayorcitas y talluditas, que mala sombra tenían, aun así las conocimos de todas clases, algunas carrales y otras guapísimas, con esa belleza que extrañamente solo las sevillanas poseen, con ese peculiar acento andaluz, ante las cuales y cuando les pedíamos algún cubierto, una jarra de agua u otra cosa muchas veces nos quedábamos cortados un tanto ante tal preciosidad y al que tenía la osadía y el valor de entablar algo de conservación, pronto llegaba el que realizaba el quite (el cura de turno) y te avisaba, mas bien te ordenaba que cortaras de inmediato, que las dejáramos tranquilas.

Evidentemente ellas sabían que eran el centro de atención de tantos corazones jóvenes desbordándose por la taquicardia adolescente y lo explotaban haciéndose las coquetonas, aunque también la mandamás de ellas, siempre una vieja que seguramente sería solterona y amargada las llamaba rápidamente al orden, serían malajes.

De todas formas y a pesar de los múltiples inconvenientes a final de curso mas de uno ya había conseguido saber como se llamaban y muchas mas cosas de ellas, no sin cierto regateo y aquello en la férrea disciplina en que nos desenvolvíamos era todo un triunfo, alguno parecer ser que también llegó a tener un romance pero eso fue la excepción que confirmó la regla.

Cuantas veces soñaríamos con alguna de ellas, pensando seguramente en la sonrisa que nos había regalado al ir a pedirles cualquier cosa que necesitábamos.

A vosotras marmotas como así os llamábamos con todo el cariño, ose dedico este pequeño homenaje y recuerdo que creo que merecéis por todas vuestras fatigas para que nosotros dispusiéramos de un internado cómodo, un beso muy fuerte de todos los que pasamos por allí.

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