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39. MARAT SADE


El lector que haya tenido la santa paciencia de seguir leyendo hasta este capítulo, así de buenas a primeras pensará y con este título este tío que querrá decir, este hombre se está volviendo loco, pues no de momento no, pero aquel día muy poco le faltó, joder es que me pasaba cada cosa, supongo que a todo el mundo le pasarían las mismas.

Marat Sade, es una obra de teatro muy famosa, aunque en este momento no sabría decir cual es su autor y que siempre la he tenido en mi mente por el siguiente motivo.

Resulta que tuve la inmensa suerte de ligarme una chica y no recuerdo ni como fue ese milagro, porque con lo tímido que era seguro que fue un milagro del santo del día, me parece que tuvo que ser en una baile o algo así, a una chica de esas del montón porque yo tampoco era un Robert Redford que digamos, lo que si me acuerdo que era muy educada y daba la impresión que muy culta, además de extremeña y sobrina de un jugador del Atco. de Madrid y de la selección llamado Adelardo, bueno el caso es que quedamos para otro domingo, lógicamente pasé la semana pensando en mi preciado ligue y llegado el domingo siguiente, creo que había quedado con ella al final de la calle Sierpes, junto a la Campana, la verdad no confiando mucho que llegara, pues a pesar de mi incredulidad allí se presentó, estaba de suerte, ese iba a ser mi día sin duda alguna, y vaya si lo fue y de qué manera.

Todo empezó muy bien, la niña resultó ser una intelectual, hablamos y hablamos, seguramente tonterías por supuesto, hasta que acordamos ir al cine, insinuándome que le gustaría ir a ver una película que se llamaba "Marat Sade" que era una obra de teatro que habían hecho la versión para el cine, a mí el título ya me sonaba a chino y eso de que era una obra de teatro, ya no me sonaba bien, pero en fin con tal de complacer a la chica.

Lógicamente pagué las entradas, no sin un esfuerzo sobrehumano, que me salió de un riñón mejor dicho de los dos, total dos entradas sesenta pesetas (en aquellos tiempos todo un capitalazo y mas para mis bolsillos) y allí nos adentramos y yo pensando, joder la le invitado al cine, la tengo ya medio conquistada, lo gracioso del tema es que el cine estaba al completo (en el mundo había entonces mas intelectuales de lo que yo me pensaba), y las entradas que me dieron no se encontraban juntas (fallo este imperdonable de pardillo), estaban una delante de la otra en filas distintas, total un auténtico desastre, la película el mayor petardo que he visto en mi vida, vaya debut que tuve, vaya mala suerte que tuve, vaya lo que quemaban las sesenta pesetas que me había gastado en invitar a la chica intelectual y no poder ni siquiera tocarle su hombro con el roce, salí de allí mas quemado que el traje de un bombero y la nena para mas recochineo me comenta que le había gustado horrores la película, vamos no me jodas encima eso, vaya tela, que guasa tenía la niña.

Recuerdo que se lo comenté a mis amigos mas cercanos, a Pikins, a Benitez, lo que me había acontecido, como se reían los jodíos y con razón y eso no era lo que me cabreaba, lo que si me picaba, lo que me dolía eran mis sesenta pesetas, creo que no dormí en toda la noche mi subconsciente me recordaba mis sesenta pesetas.

Ya no volví a verla mas, no estaba en la cita del siguiente domingo, encima, vaya pardillo que era yo entonces, maldeciré por siempre el autor de la obra de Marat Sade.

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