Mis libros >> Aproximación al Recuerdo >> 53

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53. EL DÍA DE LA DESPEDIDA


Todas las despedidas son tristes, muy tristes, esto no lo podemos remediar nadie, después de permanecer cinco años en ella, de ser prácticamente nuestro hogar, el lugar donde se consumió nuestra juventud, de tanto tiempo pasado en sus aulas, en sus residencias, en sus campos de deportes, se hacía duro, inmensamente duro dejar a la Universidad Laboral, el tenerle que decirle adiós para siempre, aquello se había acabado, había llegado a su fin, el tiempo al final te acaba envolviendo, la verdad es que le habíamos cogido cariño aquellos edificios de color rojizo y a sus fachadas de colores y a su majestuosa torre, a nuestra torre a la que había sido nuestro faro en el día y la noche, pero inevitablemente el destino nos llevaba a otro lugar y aunque en ese momento casi no nos diéramos cuenta tarde o temprano lo recordaríamos lo añoraríamos como algo nuestro, algo de nuestra propia vida, en fin, allá a mediados de Junio de 1.970, llegó nuestro último día en Sevilla, en nuestra Universidad, en nuestra "Uni" como la nombrábamos, habíamos terminado la Maestría Industrial y realizado la Reválida y dentro de la alegría lógica por ello y porque llegaban las vacaciones, en el fondo nos bullía la tristeza, tus amigos, tus compañeros, algunos que habían sido como tus hermanos se marchaban cada uno por su lado, el entorno físico tan querido también le decías adiós, quien sabe si ya nos volveríamos a ver otra vez, una especie de pena inmensa nos invadía, eran muchas las vivencias que habíamos pasado juntos, muchos los momentos vividos al unísono, muchos los buenos ratos disfrutados y muchos también los momentos amargos y de tensión que habíamos sobrellevado unidos.

El recordarlo ahora me sigue martirizando, me quiebra la voz y el pensamiento, no quisiera acordarme, quisiera olvidarme eternamente, pero como si lo fuera vivido ayer la memoria se me torna clara, diáfana, marchamos en autobús, serían las diez de la noche, antes ya habíamos despedido a algunos compañeros y empezamos a sentir los primeros nudos en la garganta, subimos a nuestros asientos de aquel autocar de "Los amarillos" y emprendimos la marcha muy despacio como si el conductor estuviera adivinando que queríamos apurar ese instante al máximo, degustar, comprimida en un segundo la imagen de parte de nuestra vida, en las sombras la Universidad se fue quedando sola, aun divisábamos en la penumbra el contorno de sus edificios hacerse cada vez mas pequeños, atrás quedaba, apagada sin apenas luces lo contrario que otras pasadas noches en que todo era luz y animación, no pude contener un nudo en la garganta que me apretaba cada vez mas, que no me dejaba respirar, que me ahogaba, al fondo divisaba nuestra torre, mi torre, la torre de todos nosotros, aquella torre que nos decía adiós como una sombra alta en la oscuridad de la noche, no volví la cabeza al frente hasta que la vi desaparecer, hasta que no vi ocultarse el ínfimo resquicio de mi "Laboral", que allí había dejado aprisionada, comprimida entre sus muros parte de mi existencia, allí había quedado nuestra juventud inscrita en los archivos ficticios de su historia acompañando a la de jóvenes y más jóvenes que ya habían hecho igual que nosotros estábamos haciendo en esos momentos y los que vendrían después, allí habíamos aprendido infinidad de cosas, la mas importante mas que ningún titulo, porque los títulos son papel, había sido ser personas, eso si lo habíamos conseguido todos, absolutamente todos, gracias a la inmensa suerte de haber sido alumnos de ese Centro.

Allá a lo lejos y en la oscuridad, fue quedando su silueta, también Sevilla entre las tinieblas de la noche asimismo nos decía adiós, su Giralda por la que habíamos pasado tantas veces también nos quería despedir, nosotros ya no volveríamos, habíamos pasado a la historia esa historia anónima que en sus archivos quedaba, volví la cabeza al frente, la mas preciosa etapa de mi vida se había acabado.

"Uni", sabes que nunca te dije adiós, sino hasta siempre, porque desde ese momento te llevo ya treinta años en mi pensamiento y siempre que voy y te visito me parece ser la primera vez y la última que te vi, te deseo con la misma pasión.

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