Mis libros >> Aproximación al Recuerdo >> 16

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16. LA PASARELA


Me gusta ese lugar de Sevilla, me encanta, ese era nuestro punto de embarque y desembarque, amo ese lugar, me resulta precioso y además es que lo es, la Pasarela, y nunca supe porque aquel lugar le llaman por ese nombre, después de estar en el miles de veces, de esperar aquellos autobuses rojos y chatos que nos trasladaban desde la ciudad hasta el digamos Centro de clausura, su explicación tendrá digo yo, creo que debe ser por ser punto de paso desde el Prado de San Sebastián hasta la antigua Fábrica de Tabacos, hasta los jardines de San Telmo o hasta los Jardines de María Luisa pero vamos es una gratuita apreciación mía posiblemente errónea, la verdad es que siempre que voy a Sevilla me gusta pasar por ese punto y estar en ese lugar un rato, creo que por una esquina voy a volver aparecer aquellos autobuses.

Era un espectáculo inolvidable y que se repetía todos los domingos y días de fiesta, embarcados desde la "Uni", con nuestras mejores galas, nos subíamos a bordo, y no dejábamos de cantar canciones populares hasta que llegábamos hasta la Pasarela y allí nada mas poner el pié nos desplegábamos rápidamente porque el tiempo empezaba a contar desde ya, en ese momento como si fuéramos perros soltados de una jaula, nos dirigíamos a toda prisa al Centro o a la calle Sierpes a comernos los bocadillos de calamares en los bares de las callejuelas cercanas, que riquísimos estaban, también a introducirnos en las salas de baile y en las discotecas que ya empezaban a ponerse de moda, en fin a oler a las adolescentes que ya empezaba a hacernos falta.

Y llegada la hora del regreso empezábamos a salir jóvenes por todos los sitios, creando un espectáculo digno de ver, la Plaza era nuestra, solo nuestra, allí algunos despedían al ligue obtenido en aquella misma tarde en la vecina Plaza de España hasta el próximo domingo.

Recuerdo que en primer curso y debido a nuestra joven edad, solo salíamos se Sevilla dos horas los domingos por la mañana, así que nada mas llegar al centro de la ciudad teníamos que pensar ya en volver, cuantas veces y por un pequeño descuido nos tocó y a toda velocidad volver a la Glorieta del Cid como así también se llama la Pasarela, había que vernos correr a toda velocidad por la calle San Fernando, cuantas veces cogimos el autobús cuando ya se marchaba y cuantos lo perderían igualmente y tendrían que regresar al Centro por sus propios medios.

Como he dicho antes siempre que vuelvo a Sevilla me encanta pasar por allí, es como echar una mirada atrás, no ha cambiado mucho el lugar, hombre falta la Caseta del Círculo de Labradores que la teníamos de vecina en nuestra sala de espera, tampoco montan allí la Feria, pero es lo mismo queda el lugar ese nunca lo podrán cambiar y como testigo y notario de nuestras jóvenes andanzas la estatua del Cid en el centro del lugar

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