Mis libros >> Aproximación al Recuerdo >> 7

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7. MI NOMBRE EN LA PIZARRA


      La Universidad estaba dividida en siete Colegios según el nivel de estudios que se impartían, a razón de unos doscientos y pico alumnos cada uno, a su vez en cada Colegio estaba compuesto por una siete u ocho aulas de distintas especialidades profesionales, a saber, Torneros, Fresadores, Ajustadores, Instaladores, Bobinadores, Electrónicos, Químicos, Delineantes, etc.  y claro está existía una cierta rivalidad entre las distintas aulas, como por ejemplo en los estudios, en las actividades, en los deportes, sobre todo en esto último, y como no el fútbol, eso era el deporte rey, era la actividad que marcaba el ritmo de la vida universitaria, al margen quedaba el baloncesto, y otros deportes mas minoritarios, aparte de los de salón tales como el billar,  ping-pong , ajedrez, damas y otros.

    El fútbol era el que como digo, el que mas atraía a todos, todos los meses se organizaban campeonatos interaulas en los que jugábamos en forma de liga todas las aulas y en la que nos jugábamos solamente el honor de cada aula, que para todos los integrantes de las mismas era lo máximo, nuestra aula era lo mas sagrado por encima  de todo.

   Nuestra clase la de Químicos, la verdad sea dicha, no era precisamente la mejor, casi siempre luchábamos por no quedar en la última posición, aunque la verdad sea dicha tuvimos muy buenas clasificaciones, pero no  éramos los gallitos sobre todo al principio, luego con el tiempo fuimos mejorando, aunque por supuesto teníamos algún jugador aceptable, tal es el caso de Calderón, Pareja, Santos y el gran rematador de cabeza Mendiola pero el conjunto no era todo lo compacto que se requería para poder aspirar alguna vez a la conquista del título liguero intermensual, que la mayoría de las veces lo  disputaban los  Torneros, Electrónicos y Delineantes, en este último equipo jugaba un chaval que era un  prodigio de jugador, un superclase, se llamaba que aun me acuerdo Francisco Hinojal Cuenca, extremeño por cierto, y sin exagerar lo mas mínimo y aun puede que me quede corto, que no he visto jugar  nunca al fútbol como él, era una pasada verlo, hacer fintas, regates y la elegancia con que llevaba el balón pegado a los pies, no he visto a nadie con su elegancia ni en los jugadores de primera división, por supuesto que jugaba  en la selección de la Universidad y el Sevilla iba tras sus pasos, pero creo que un defecto de visión, porque el muchacho llevaba gafas, era algo miope, le privó de haber llegado a lo que hubiera querido en el fútbol que sin duda hubiera conseguido, era todos un espectáculo verlo en el campo.

    Los partidos de los campeonatos, se jugaban en los descansos de la tarde, por lo que antes de la salida del estudio y la tarde a la que tocaba jugar a nuestra aula, el amigo Pareja qué no sé quien le dio autoridad de hacer y deshacer las alineaciones, sería porque se la infundió él, se encargaba de confeccionar las mismas, así que salía a la pizarra, a eso de las

cinco menos diez que aun me acuerdo, y a su antojo y hecho un seleccionador cualquiera ponía en la misma los nombres que se le antojaban, aquellos que jugarían esa tarde, vaya tela, por los caprichos del “nota”, uno jugaba o no jugaba, el asunto tenía guasa, en esos momentos mi corazón dejaba de latir, yo lo que quería era jugar por encima de todo, mi corazón se quedaba en suspenso hasta que el último nombre quedaba puesta en la pizarra, así que cuando me veía una ilusión tremenda me inundaba, una felicidad que no se puede explicar me inundaba, como también alguna pequeña desilusión me llevaba cuando no se acordaba de mí, y no sé porqué, ya que yo me consideraba como imprescindible.

    La verdad que el fútbol era una forma de pasar el rato, los momentos tediosos, este deporte nos absorbía, sobre todo algunos, recuerdo que como los balones en el Colegio eran contados, entre nosotros los de nuestra aula, algunos, porque otros solo les gustaba jugar a las damas y al ajedrez, les respeto la opinión, hicimos una colecta y aprovechando no sé que salida a Sevilla compramos un balón de fútbol, así que ya no dependíamos de nadie, jugábamos cuando queríamos en los muchos y buenos campos de fútbol que nuestra “Uni” disponía.

    Al haber tantos alumnos en el Centro Universitario, que yo recuerde salió algún jugador de cierta categoría sobre todo en el tiempo que me tocó allí vivir, merece especial mención un tal Ciudad, que llegó a jugar en el Sevilla, y en varios equipos nacionales, habilidoso extremo este, y que una vez en Sagunto la ciudad en donde vivo y hace ya por supuesto varios años, cuando jugaba en el Cartagena, y al salir al campo, le grité por detrás “Ciudad”, llevándose una gran sorpresa y una gran alegría, que por cierto nos enrollamos a hablar de la “Uni” y el árbitro lo tuvo que llamar al orden para hablar del partido, también recuerdo a otro llamado Varela, que llegó a jugar en Rayo Vallecano y en el Linares, así como otros que no logro recordar en estos momentos.

   Fueron muy agradable momentos en los que nuestro tiempo, libre los dedicábamos a correr detrás de un balón y aprovechando el momento hago un inciso para hacer un recuerdo muy especial a un cura muy aficionado a este deporte y que a pesar de sus sayales negros nos arbitraba todos los partidos que podía, era D.Leoncio y que como iba de negro, ya no le hacía falta vestirse de negro, aun lo recuerdo, pequeño, con gafas, un hombre maravilloso, estando allí se marchó a Argentina a la ciudad de Salta  a seguir su labor apostólica, buen cura este hombre, me acuerdo mucho de él, un abrazo donde estés.

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